viernes, julio 22, 2011

Ansia

La humedad de su dolor escurría lentamente, acariciando su piel mientras la teñía de escarlata, y yo observaba atento, tratando de eternizar ese momento, de ser partícipe de esa agonía. No había forma de calmar mi ansia, de apartar mi estática mirada de la delirante escena. Deseaba capturar y eternizar en mis pupilas la belleza de esa imagen. De haber contado aún con una cámara seguro que habría grabado cada segundo que duró, antes de que llegara la policía a detenerme. Pero, claro, ¿cómo podría haberle causado semejante daño si no hubiera tenido mi Canon a mano para destrozarle la cabeza?

Monstruos

Ahí está otra vez, al fondo del armario, rascando la puerta mientras intenta abrirla. Cada noche le escucho desde mi cama, al otro lado de la habitación a oscuras, mientras los muelles ruidos que delatan su existencia se hacen más persistentes... Pero no puede salir. He puesto candado a la puerta. Mamá no lo sabe, papá tampoco. Hace tiempo que lo sorprendí dormido, y ahora soy yo quien se dedica a atormentar al monstruo del armario.