domingo, diciembre 31, 2006

I Certamen de Blogs Sediciosos

Este blog entra al concurso de Sedice, y las bases las publico Aqui

...vida nueva

El alien se retuerce espasmódicamente, abriendo y cerrando las mandíbulas en un desesperado intento de tragar aire. Su quitinosa coraza, otrora tan reluciente, luce deslucida y llena de arañazos, desconchones y fisuras que demuestran que se trata de un especimen muy viejo. El instinto le avisa que su fin está cercano, y lenta y decididamente se arrima a la cámara de incubación, donde miles de huevos incuban a futuras generaciones de voraces depredadores.

Con su últimas fuerzas se arrastra hacia un huevo pronto a eclosionar, y cuando le faltan sólo unos pasos, su pecho comienza a latir de forma violenta. En su último segundo de vida siente el insoportable dolor de su esternón siendo desgarrado desde dentro por un joven alien que durante un ciclo completo se ha ido desarrollando en su interior. El viejo alien grita, confundiéndose su grito de agonía con el triunfal de su huesped. Mas el grito dura poco, en uno por sobrevenir la muerte, y en el otro, porque un simbionte ha eclosionado del huevo y se ha adherido rápidamente al rostro del joven alien.

Una nueva generación se abre paso a lo largo de un ciclo que durará el giro completo de un solitario planeta alrededor de un moribundo sol.

Feliz Año Nuevo

viernes, diciembre 22, 2006

Dulcemente suicida

La veo una y otra vez, y no puedo reprimir ese sentimiento de ternura que me embarga. Aún recuerdo la primera vez que se cortó las venas, se veía tan indefensa en esa cama de hospital, con las muñecas atadas a las barandillas para evitar que se hiciese daño. Y meses después, cuando la ingresamos por ingerir un frasco completo de pastillas... Sus ojos hundidos en las órbitas se veían tan tristes que daban ganas de correr a abrazarla y protegerla, más cuando veías esa sonda que le entraba por la nariz y le llegaba al estómago. Incluso ahora no puedo evitar un rapto de ternura viéndola colgar mansamente de esa cuerda en el ático, cual un dulce ángel de blanco camisón, con los negros rizos desmadejados sobre su amoratado rostro.

Herpetarium

Aún recuerdo el día que te conocí, el escalofrío que recorrió mi ser cuando tuve tu mano entre la mía. Esa mano reptiliana, tan inigualable. ¿Qué extrañas asociaciones me trajo? ¿Porqué caí irremediablemente rendido ante su tacto? Aún no lo sé, sólo sé que te sigo buscando en otros seres, en otras pieles, mas ninguna tiene la consistencia de la tuya. Sigo extrañando la aspereza de tus manos y su inigualable frialdad de reptil que, combinadas con tu lengua viperina, me envenenaron hasta el alma.

jueves, diciembre 07, 2006

Nada cambia

Recuerdo a mi abuelo, siempre despotricando contra el mundo cuando leía el diario, siempre escribiendo cartas airadas a las editoriales para manifestar su opinión, que creía más importante que la del resto de los mortales.
También recuerdo a mi padre, llamando cada noche a esas insoportables estaciones de radio para opinar sobre casi cualquier tema, y ofendiéndose cuando no le reconocían o recordaban los locutores, pues el resto de los mortales debían ser iluminados por su claridez y sapiencia.
Pobres viejos... tanta necesidad de comunicarse, tanto aislamiento... Y tanta energía gastada que no les servía de nada. Pero en mi caso es distinto, yo no voy a seguir sus pasos, yo no me siento aislado e incomunicado. Y yo si tengo cosas importantes qué decir y el medio para dar a conocer mis ideas que iluminan a los demás. Por eso es que he abierto mi blog, y se que en poco tiempo seré uno de los más visitados.

Música para las bestias

La música calma a las bestias, eso todo mundo lo sabe, y yo lo tengo más que comprobado. Cuando pongo la música, casi cualquier tipo de música, puedo notar como se calman sus terribles gruñidos, como se relajan y, poco a poco, se duermen. Y puedo relajarme, bajar la guardia, aunque sea por unos pocos minutos. Puedo respirar tranquilo, quizás hasta dormir. Lo malo es cuando se agota la batería, y las bestias despiertan para una vez mas hacer presa sobre mí, pues ya no sirven los cascos, para decirme que todos me observan, que coja ese cuchillo y termine con todo esto de una vez por todas.

martes, diciembre 05, 2006

El naufragio de tus ojos

Me dices que no sabes lo que es un naufragio, a pesar que todos los provocas. Me dices que tan sólo te acercas a los barcos por ver a tan extraños seres, frágiles y hermosos, que no saben respirar el mar. Ven aquí, pequeña sirena, deja de jugar con esos pobres marineros hace tanto tiempo ahogados. Es hora de cerrar los ojos para que pare el huracán y vuelva a brillar el sol. Cierra ya esos hermosos ojos de tormenta por los que todos están dispuestos a naufragar.

Un trocito de cielo

Cada día guardo un trozo de cielo, para recordar como ha sido a lo largo de mi vida. Tengo miles de pequeños frascos, cada uno con un pedacito diferente que me permite echar a volar la memoria, y recordar mil minúsculos detalles. Tengo miles frascos, ¿sabes? Y es que cada día, desde hace muchos años, se me hace añicos el cielo.

A medias.

Era una mujer sensualmente hemipléjica, con un cuerpo a medias voluptuoso, a medias esmirriado. Esa parte izquierda de su anatomía le hacía deliciosa, siempre y cuando uno no se fijase en las muletas o la silla de ruedas. Sus labios tan sensuales daban ganas de medio devorarlos, medio acariciarlos; ¿Quién no moría por ese quiebre de cadera, siempre y cuando no fuese demasiado exquisito respecto al arrastrase de su pierna derecha? ¿Quién no anhelaba una mirada de ese ojo azul, de intensidad innombrable? El problema con esa mujer era que todas sus relaciones se quedaban siempre a medias.