lunes, enero 30, 2006

La elección

La situación era tensa.

Su mirada era inescrutable, sobretodo a causa de las gafas del sol. Todo el rollo del elegido me tenia preocupado. ¿Y si no estaba a la altura? ¿Y si se equivocaba?

Ella alargó los brazos y me mostró lo que habia en sus manos. En la izquierda, un tarro de miel rojiza, en la derecha, un verdoso vaso de ajenjo.

-Ahora debes elegir.

Dudé apenas un momento. Cogí ambas cosas y vacié el vaso de ajenjo sobre la miel. Removí la mezcla con una cucharilla y me bebí la mixtura de un trago. No habria sabido decir cuando empezaba la dulzura de la miel o la aspereza del ajenjo ¿o era a la inversa? Aun ahora no lo sé.
Así ha sido siempre toda mi vida, nunca ha habido un momento dulce sin un poso amargo, ni un momento amargo que no se viera suavizado por mi humor intempestivo.

Dejé el vaso sobre la mesa sabiendo que la elección tomada me iba a permitir seguir viviendo mi vida a camino entre ambas vias, entrecruzandome con ellas mil veces, en el continuo no-euclidiano de la vida. Con el sabor de la mezcla todavia en la garganta, me repantingué en la silla, crucé las piernas y me la quedé mirando con mi mejor cara de "¿y ahora que hacemos?".